Nació en Lima, el 19 de Agosto de 1875. Fueron sus padres don Manuel Candamo y doña Teresa Álvarez Calderón. Fue bautizada el 27 de Agosto del mismo año, siendo sus padrinos dos hermanos de su madre: Nicanor y María Rosa Álvarez Calderón. Teresa fue educada en un hogar profundamente católico y virtuoso. Desde temprana edad mostró una vivacidad especial y un corazón muy sensible y compasivo. Desde su infancia mostraba sus habilidades artísticas y su afición a la lectura. Recibió su primera educación con profesoras particulares en su casa, pasando posteriormente como interna al San Pedro, de las religiosas del Colegio del Sagrado Corazón.
Dominaba el francés y el inglés, destacando también por sus cualidades musicales, por su hermosa voz, así como por sus excelentes trabajos literarios. Tuvo especial devoción a la Santísima Virgen y se consagró como Hija de María. Culminó sus estudios escolares el año 1892.
En 1903 su padre fue elegido Presidente de la República por lo que la vida social discreta que Teresa llevaba anteriormente se volvió mucho más activa, acorde al rango de su familia. A los pocos meses de actividad presidencial el señor Candamo, falleció en Arequipa. Este hecho afectó muchísimo a Teresa y a los suyos. Pasado el duelo, la familia decidió hacer un viaje a Europa. El proyecto vocacional que Teresa ha intuido en Europa, lo concretiza progresivamente a su retorno al Perú: Teresa intensifica su vida contemplativa y, al mismo tiempo comienza a dedicarse con gran celo a obras de apostolado, sobretodo a la Catequesis, labor que empieza a desarrollar, juntamente con su hermana María, en la Parroquia del Sagrario de Lima. Teresa, encuentra en su hermana María del Sagrado Corazón Candamo, a la intérprete fiel del ideal al que había sido llamada. María comparte plenamente y participa con ella en todo, comprendiéndola y siendo su leal secretaria.
Entre tanto se iban uniendo a Teresa y a María algunas jóvenes que compartían con entusiasmo los mismos ideales y trabajos apostólicos como: Rosa Mercedes Andréu, Mercedes Cobián, María Jesús Balta, Rosa María Gómez Sánchez, Felipa Salvidea, Magdalena Echecopar, Lucía Espinoza, María Izquierdo, Lucrecia Pizarro y Lucía Haré entre otras compañeras que compartieron con Teresa desde los días iniciales, el esfuerzo en la realización del gran proyecto fundacional. En este período, Teresa tuvo la iluminación divina sobre el espíritu de la futura Obra y el camino para alcanzar la santificación: la sencillez, como expresión de una fuerte espiritualidad de la Cruz y que abarca todo un programa de vida intensamente contemplativa y fuertemente apostólica, sintetizado en Liturgia y Catequesis, bajo el lema: «Omnia in Christo».
Así transcurren los años buscando realizar su camino de fe en la escuela del abandono a la voluntad divina, hasta que, después de realizar gestiones ante las autoridades eclesiásticas, Teresa recibe, el 24 de febrero de 1919, el anhelado permiso oficial, concedido el 17 de diciembre de 1918 por S.S. Benedicto XV, para la fundación de la Congregación; hecho que se realiza en la Solemnidad de la Exaltación de la Santa Cruz, el 14 de septiembre de 1919, en la Quinta Villacampa del Rímac
.La Madre Teresa de la Cruz dejó marcada su huella de amor a la Iglesia en las últimas palabras pronunciadas antes de entregar su alma a Dios el 24 de Agosto de 1953: “Por las almas, por mi Congregación, por los Párrocos del Perú y de todo el mundo”. El 29 de Abril de 1980 ha quedado marcado profundamente en el acontecer de nuestra historia, por ser la fecha en que se dio apertura al proceso de beatificación de la Sierva de Dios Teresa de la Cruz, que nos ha dejado una huella luminosa como mística del Calvario y apóstol incansable.